¿VIVIR EN EL MUNDO SIN SER DEL
MUNDO?
En la reflexión
pasada toqué el tema de cómo dedicar más tiempo al espíritu, ya que no somos
solo carne, y la importancia de la Eucaristía, las bendiciones del Santo
Rosario, la transformación de un corazón humano frente al misterio de Jesús
Sacramentado, la sanación interior y física cuando recurrimos al Sacramento de
la Reconciliación, el cambio de una persona cuando pone en práctica la palabra
de Dios o cuando escucha cantos de alabanza o cantamos al Señor. Sin
embargo, esto no debe convertirse en un fin único para llegar a la Santidad,
claro que no, son medios que nos ayudan a lograr y a avanzar hacia la Santidad.
Si lo convertimos en una forma de vida, seguramente estaremos viviendo en
Gracia del Señor (protegidos, rodeados de su amor y misericordia), pero no
podemos asegurar, que seremos Santos. Cada persona es diferente, cada ser
humano tiene un nombre ante el Todopoderoso, somos únicos e irrepetibles ante
Dios.
Asistir a la Santa Misa, por ejemplo, vivirla a
plenitud, interiorizar la palabra, comer y beber el cuerpo y la sangre de
Nuestro Señor, deja una semilla en cada uno de nosotros, no se puede llegar a
la casa de Dios, participar en la cena del Señor y salir idénticamente iguales
que cuando entramos. Si vivimos la Eucaristía con respeto, al menos apagando el
celular, concentrándonos y abriendo nuestro corazón, el Señor va haciendo su
obra en cada uno.
Dios nos habla a través de su palabra, nos habla en
el silencio, nos demuestra su amor en cada encuentro que tenemos con ÉL. Pero,
si nosotros no le abrimos la puerta, procuramos escucharlo, bajamos la cabeza y
reconocemos nuestros errores y nuestros pecados, todo esto pasará en vano y se
convertirá solo en prácticas o simples rituales. Se quedará en rezos,
repeticiones de palabras sin sentido. Dialogar con el Señor a conciencia, con
alguna de estas oraciones, hacen la diferencia, y tú corazón lo siente.
Comienzas a ser luz.
Cuando toco este tema,
llega a mi mente la palabra conversión, y para muchos es un término que
significa sacrificio, trabajo, pero visto desde la iglesia es un llamado para
cambiar nuestro corazón, aprender a amar a nuestro prójimo, ser felices pero de
adentro hacia afuera, no con las cosas que nos rodean, que nos ofrece el mundo.
En una palabra “Estar en el Mundo sin ser del Mundo”. Nuestro Señor dice
en las Sagradas Escrituras: “No amen al mundo ni lo que hay en el mundo.
Si alguno ama al mundo, el amor del padre no está en él. Pues de toda la
corriente del mundo, la codicia del hombre carnal, los ojos siempre ávidos y la
arrogancia de los ricos, nada viene del padre, sino del mundo. Pasa el mundo
con todas sus codicias, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para
siempre”. (1Juan 2 vers.15-17).
El mundo nos ofrece tantas cosas que muchas veces
nos dejamos engañar, si, engañar del mal, cuyo propósito es alejar los
corazones de los hombres de Dios y evitar que hagamos su voluntad. La sociedad
nos ofrece cosas y opciones atractivas y llamativas para que solo pensemos que
los placeres de la carne, los triunfos, el dinero, la fama, idolatrías como el
trabajo, reconocimientos, felicidades momentáneas e infinidad de vivencias
banales, sean para nosotros la prioridad, es más, nos hace creer que somos los
arquitectos de nuestra propia existencia y que no necesitamos de un ser
Supremo. Nos enceguece el mundo (sociedad) para que no tengamos tiempo de
pensar. En las Sagrada Biblia Dios nos reitera: “Ya les he dicho muchas veces, y
ahora se los repito con lágrimas, que hay muchos que están viviendo como
enemigos de la cruz de Cristo y que acabarán por ser destruidos. Su Dios son
sus propios apetitos y sienten orgullo de lo que debería darles vergüenza. Solo
piensan en las cosas de este mundo”. (Flp Cap 3 Vers 17-19).
La conversión se
logra todos los días. Es un cambio que va creciendo en nosotros a medida que
vamos comprendiendo que Dios quiere que tengamos una vida plena, en todo
sentido. Convertirnos, es encontrarnos a través de la Fe con ese ser Supremo
que nos quiere mejores y más humanos, que nos transforma con su amor, con su
compañía porque Él es un ser vivo, con su misericordia y que nos ofrece siempre
nuevas posibilidades de ver y vivir en el mundo, pero sin esclavizarnos de lo
terrenal. Por esto, convertirnos implica estar alertas, nunca es tarde, como
nunca es tarde para amar, para ser realmente felices, con las cuentas saldadas,
para perdonar, y dejarnos perdonar por Dios.
Muchas veces pasamos la vida tratando de buscar más
y más maneras de suplir necesidades materiales y satisfacciones humanas, pero
nunca, mejor dicho muy pocas veces, nos damos el espacio para trabajar en
nuestra alma, en nuestro espíritu y encontrar el sentido y la necesidad de ser
salvos. Podemos ayudar a nuestra propia salvación y con nuestras acciones y oraciones
a que otros se salven, especialmente los seres que conforman nuestro entorno,
nuestra vida como el esposo(a), hijos(hijas), papá, mamá, hermanos y demás
personas que el Señor coloca en nuestro camino, en nuestra historia.
¿DESEAS QUE TÚ ALMA SE SALVE?
¿DESEAS QUE TÚ ALMA SE SALVE?