Tesoros de la Iglesia católica para vivir el
matrimonio
En esta época donde
la familia es muy atacada, donde la sociedad se inclina más al egoísmo,
relativismo y donde también se niega lo que es pecado, es aquí donde la familia
puede tambalearse sino no se ha sembrado en tierra fértil o construido sobre
roca firme...
“Por esto, dejará el
hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su esposa, y los dos serán una
sola carne”. (Génesis 2:24).
Tampoco es fácil encontrar métodos ni consejos para que un matrimonio no
fracase. Por eso, resulta urgente promover estrategias de prevención
matrimonial. De este modo, es más sencillo ayudar a millones de parejas a no
fracasar, a vivir en armonía, a crecer en el amor, a dialogar con una profunda
sintonía de corazones, a saber acoger y educar con generosidad a todos los
hijos que Dios les conceda como fruto de su amor.
Dejemos entonces a los especialistas en los distintos ámbitos humanos el
elaborar estrategias eficaces. Y miremos las herramientas que podemos
aplicar como católicos guiados claro está por el Espíritu Santo, la palabra de
Dios y la práctica de los Sacramentos.
La primera ayuda y la más importante, radica en la vida de Gracia. Una
pareja de esposos que buscan estar cerca de Dios a través de pequeñas oraciones
diarias; que recuerdan con alegría que son bautizados, que han recibido la
confirmación, que están unidos en su amor a través del sacramento del
matrimonio; que van a misa los domingos y, si pueden, también algún día entre
semana; que se confiesan con frecuencia, para recibir el perdón de Dios y así
recuperar también la caridad que nos une a los demás cristianos y, ¿por qué
no?, también a la propia esposa o al propio esposo... Una pareja que vive así,
no tiene energías insospechadas para caminar a través de las dificultades y
para disfrutar a fondo las mil alegrías de la vida familiar.
En lugar central de esta vida de Gracia debe ser, siempre, la
Eucaristía. Vivir a fondo la misa, recibir a Jesucristo con fervor intenso,
buscar momentos para orar ante un Sagrario: un matrimonio que vive de
Eucaristía tiene asegurado el éxito completo.
Oración, diálogo, amor y felicidad
La segunda ayuda consiste en el diálogo continuo y cordial con la ayuda
del Espíritu Santo. Aunque sabemos de memoria que Dios es Uno y Trino, muchas
veces dejamos de lado el papel del Espíritu Santo en la propia vida. Si los
esposos saben rezar, individualmente y como pareja, al Espíritu Santo en tantos
momentos y en tantas situaciones distintas, recibirán una profunda luz para
comprender lo que les pasa, para decidir lo que pueda ser mejor para todos,
para mantenerse fieles a los buenos propósitos, para rectificar ante decisiones
equivocadas.
Dios, en la Tercera Persona de la Trinidad, está muy cerca de nosotros,
nos ilumina y nos apoya de modos insospechados. Sobre todo, nos permite decidir
no según el propio punto de vista, sino en función del bien de la familia,
incluso a veces a costa de “ceder” un poco para que gane la armonía de los
esposos.
La tercera ayuda consiste en la vivencia profunda del Evangelio.
¿Cuántos esposos leen, como pareja, la Biblia y, especialmente, el Evangelio,
para recibir luz y fuerza en la vida cotidiana? Es hermoso, en cambio, ver
matrimonios que tienen en un lugar emitente, dentro de la casa, una Biblia
abierta. No como ornamento, no para presumir a las visitas, sino como un punto
de consulta y de inspiración.
Confesión, humildad, perdón
La cuarta ayuda radica en ese realismo tan propio de nuestra fe. Todos
somos pecadores, todos tenemos mil defectos por los que pedir perdón. Creer que
no tenemos pecados, que uno es siempre inocente y el otro culpable, es iniciar
el camino del fracaso matrimonial. En cambio, reconocer que uno tiene culpas,
que uno es débil y aceptar también que el otro no es perfecto, permite vivir
con mayor serenidad los sobresaltos y las aventuras de la vida matrimonial.
La quinta ayuda espiritual consiste en vivir muy cerca de la Virgen
María. Ella fue esposa ejemplar, y una Madre de familia fuera de lo común. Ella
sabe ayudar a los esposos a ser bondadosos, alegres, confiados, disponibles.
Sobre todo, a estar dispuestos, en todo, para hacer la Voluntad de Dios. Aunque
a veces no se vea nada claro, aunque haya que pasar por pruebas muy dolorosas;
como, por ejemplo, cuando un hijo se enferma y muere.
Y la última sugerencia consiste en contemplar continuamente una cruz y,
ante ella, pensar y dialogar como pareja ante las situaciones normales de la
vida y ante los momentos de prueba. También si ha habido alguna infidelidad,
para que la parte culpable sepa pedir perdón e iniciar el camino hacia la
conversión profunda, y para que la parte inocente sepa perdonar, aunque lo haga
con lágrimas de sangre por el daño recibido.
La cruz es central de nuestra fe católica. Nos gloriamos, como dice san
Pablo, en la cruz de Cristo (Gal 6,14). La cruz puede hacer que
millones de esposos vivan fieles a una promesa de amor que arranca desde el
misterio de Dios y que permite, en esta tierra, poderlo cumplir : ¡hasta que la
muerte los separe!
Los invito a continuación a ver un video sobre el matrimonio en el siguiente link:https://www.youtube.com/watch?v=tQIGhnrryfU&sns=fb