¿QUÉ CORAZÓN TE ENTREGUÉ?
En medio de mi poco conocimiento como católica, me imaginé, que hasta aquí había hecho mi labor y que Nuestro Señor ya se encargaría de arreglarlo todo, por lo menos lo que yo estaba necesitando. Una noche tratando de encontrar una película que me atrapara, la que hizo de las suyas fue la madre Angélica, la del canal WTN, quien en el preciso momento en que yo la tenía al frente, su predicación hablaba sobre las heridas profundas que tenemos en nuestro corazón.
Esto me hizo reflexionar sobre qué clase de corazón le había
entregado a Dios, y entonces decidí abrir la puerta de mi corazón y mirar hacia
adentro. Y ¿qué fue lo que encontré? Primero, que esta puerta casi no se deja abrir,
no fue fácil ya que era demasiado fuerte, parecía que tuviera varias cerraduras
y unas más selladas que otras. Pero como ya no estaba sola, sino estaba
acompañada con la amada Virgen María y Jesús, entonces las cosas fueron más
fáciles.
Lo primero que hice para poder introducir la primera
llave y abrir, fue colocarme la armadura de Dios, utilizar las herramientas
espirituales para poder lograrlo. Inicié con el Santo Rosario, encontré la
dulzura del rostro de María, su sonrisa era más amplia cada vez que yo oraba la
coronilla, las decenas y le enviaba un mensaje y una rosa.
Sólo de esta manera puedes descubrir que tiene realmente
tu corazón guardado, no hay otra forma de hacerlo. Pude ver grandes heridas aún
sin cicatrizar, una muy muy profunda, heridas del pasado sin cerrar de forma
correcta, tentaciones de pecado, falta de perdón, soberbia, prepotencia, orgullo,
vanidades, ataduras, apegos, impurezas y
mucho más, por estas y otras razones mi corazón estaba tan duro de abrir,
estaba como una roca, me atrevería a decir que estaba rígido como un mármol, ¡que
dureza tan grande!
¿Sabes cómo se encuentra tu corazón? Te invito a que lo
examines ¡ dedícale tiempo!.