SEÑOR DE SEÑORES, AQUEL QUE MI VIDA CAMBIÓ...
Sobre el tema del perdón se
acabarían las palabras para seguir escribiendo, pero sobre todo tiene que
acabarse nuestro orgullo, soberbia y prepotencia para ponerlo en práctica. No es tan sencillo,
especialmente cuando no podemos aceptar el sufrimiento que nos causan los demás,
porque tampoco se trata de ser pasivos. Muchas veces es necesario salir al paso
de aquella persona cuya conducta nos hace sufrir para ayudarle a darse cuenta y
corregirse. Otras veces, es necesario reaccionar con firmeza contra ciertas
situaciones injustas y protegernos-o proteger a los demás, como nuestros hijos,
por ejemplo-de comportamientos destructivos, de personas que desean hacernos
daño, ya sea de palabra o de acción.
Sin embargo, siempre quedará
cierta parte de sufrimiento que procede de nuestro entorno y que no seremos
capaces de corregir y evitar, sino que debemos aceptar con una actitud de esperanza y de perdón.
Sólo a través del amor y de la ayuda de Dios, reitero, seremos capaces de
perdonar las ofensas más grandes o lo delitos más atroces que un ser humano
pueda causar a otro o a los demás. Así dice el Señor a través de su palabra:
“Pónganse, pues, el vestido que conviene a los elegidos de Dios, sus santos muy
queridos: la compasión tierna, la bondad, la humildad, la mansedumbre, la paciencia.
Sopórtense y perdónense unos a otros si uno tiene motivo de queja contra otro. Como
el Señor los perdonó, a su vez hagan ustedes lo mismo”. (Colosenses Cap.
1. Vers. 12-13).
El domingo pasado la Iglesia
Católica celebró la fiesta de Cristo Rey y yo me preguntaba, escuchando la
homilía, ¿realmente Cristo es el rey de mi vida, es Él el que gobierna mi
corazón o quién es? Y, yo misma me respondía: “Sí, un día tomé la decisión de abrir
mi corazón y permitir que Nuestro Señor, gobernara mi existencia”. Desde ese
instante mi vida cambió. Y no por esto soy Santa Doris, ni mucho menos, soy tan
pecadora como cualquiera de las personas
que lee estas reflexiones, no por esto soy más que los demás, no por esto tengo
el derecho de juzgar o hacer mal al otro. Todo lo contrario, desde el momento
en que le dije “SI” a ese Ser Supremo, inicié un trabajo espiritual arduo.
Porque podemos engañar al prójimo, qué no es lo correcto, pero a Dios, nunca se
engaña. Cuando abrimos esa puerta, Él Señor empieza a habitar dentro de nosotros,
está allí las 24 horas del día, no debemos buscarlo afuera, está moldeándonos,
trabajando en nosotros se hace dueño de nuestro corazón. Recordemos que el Reino
de los cielos es para aquellos que ponen su confianza en el amor de Dios y no
en las cosas materiales.
Con este, SÍ, iniciamos un compromiso de fidelidad
con Dios, y no tenemos ni idea en lo que nos comprometimos, esta virtud es
exigente, esa es su grandeza, lo mismo pasa con la perseverancia, no hay otro camino para
salvarnos, es decir para encontrarnos a sí mismos, porque la perseverancia todo
lo alcanza. El llamado es a perseverar a pesar de la prueba, de las calumnias,
de las tentaciones, de las dificultades y ante todo lo que se presente que
pueda quebrantar nuestra fe.
Jesús
dijo: "El que se mantenga firme hasta el fin se salvará". (Mateo 24,
13).
Hoy voy a terminar esta reflexión, con un
cuento que le encanta a mi hijo y que me parece que puede ilustrar un poco cuando
me refiero a la perseverancia y a la fidelidad en lo que creemos y profesamos:”
Dos ranas se cayeron en una tina de leche. Una era
optimista y la otra pesimista. Patinaban y patinaban tratando de salir de
aquella tina pero era en vano ya que resbalaban por las paredes de la tina y
volvían a caer en la tina con leche .Después de muchos esfuerzos por tratar de
salir de su precaria situación la rana negativa se da por vencida y dijo: Adiós
mundo cruel y se fue al fondo de la tina donde se ahogó. La positiva lejos de darse por vencida siguió
pataleando y pataleando y de pronto dio un salto y salió de la tina. De tanto
patalear había convertido la leche en mantequilla”.
La impotencia en la prueba y la prueba de la
impotencia: libertad de creer, de esperar, de amar, de intentarlo. Muchas veces
lo que para el hombre es imposible, a los ojos de Nuestro Señor, todo es POSIBLE…