¡Tú fidelidad es grande, Señor… es incomparable!
El pasado 10 de febrero, Miércoles de ceniza,
observé la cantidad de feligreses que se acercaron a los Templos a colocarse el
signo de la Cruz en la frente. Fueron muchos, se veían por todas partes,
incluso alguien en la calle se acercó a mí y me dijo: ¡qué alegría, está
volviendo la Fe!
Un escritor conocido de origen británico que
por esos días visitaba nuestro país, también durante una conferencia precisó: “Vengo
de una nación creyente pero estoy sorprendido de todas las personas que llevan
en su frente la Cruz, nunca había visto tantas…”, aseveró con una sonrisa en su
rostro. Estuve también en mi Parroquia y me asombró las innumerables filas para
lograr que impusieran la ceniza… parecía como si fuera a acabarse.
Me preguntaba entonces, ¿realmente sabemos qué
significa esto?, ¿tenemos pleno
conocimiento de lo que hacemos, o de repente creemos que es como un amuleto de
la buena suerte? ¿por qué nos parece tan importante?
Afortunadamente el Sacerdote recordó durante
la celebración de la Eucaristía: “Miércoles de ceniza; esa señal en la frente
es un gesto de mi compromiso de dejar el pecado para vivir de acuerdo con la
palabra de Dios. Este día se inicia la Cuaresma que nos prepara a la Pascua del
Señor. Recibo la ceniza en mi frente porque creo en Dios. Porque quiero
reconciliarme con Él y mis hermanos”.
También se repitieron frases como: ¡Conviértete
y cree en el Evangelio! o ¡Polvo eres y en polvo te convertirás!
(Génesis Cap 3. Vers. 19). Palabras
fuertes, contundentes, que nos invitan a examinar nuestra vida, nuestro actuar,
nuestro corazón. Que nos ratifican que sin Dios en nuestra existencia no somos
nada, que nos recuerdan que algún día partiremos de este mundo, tal como
llegamos; sin nadie y sin nada.
Son cuarenta días (Cuaresma) que ya van
transcurriendo antes de llegar a la celebración de la Pascua del Señor en la
Semana Santa; es un tiempo especial, un momento de conversión, de volver a
abrir el corazón a Dios y al prójimo. Es también una invitación a evaluar
nuestra vida, guiados por la Palabra de Nuestro Señor.
Es una ocasión para renovar la Fe de bautizado
y por supuesto es una gran oportunidad para pedir perdón por nuestros errores,
por aquellas decisiones equivocadas, por aquellos comportamiento inadecuados,
por aquellas caídas en las tentaciones. Por aquellos actos impuros, por aquello
que no nos deja ser felices ni sentirnos en paz, por aquella ofensa, mal
comportamiento, palabras dañinas, pensamientos mal intencionados, reacciones
agresivas. Por esos sentimientos de amargura, envidia, rencor. Mejor dicho:
todo aquello que nos ha alejado de nuestro Padre. Que nos hace sentir ciegos a
la Verdad, a la verdadera Luz.
Es un tiempo que nos llama a recurrir al
Sacramento de la Penitencia, de la Reconciliación. Se nos pide hacer un examen
de nuestro actuar. Debemos aprender a sentir vergüenza, dolor y arrepentimiento
de nuestros actos y por supuesto ir a pedir perdón, confesar los pecados ante
el Sacerdote, quien en ese momento se convierte en el mismo Jesús. Él nos
escucha y nos da la absolución. Y, luego así, podemos vivir con esa
tranquilidad que nos da sentirnos perdonados, amados. Terminando finalmente con
una oración y buenas obras para poder reparar el daño que hemos hecho. Es una
invitación a iniciar una nueva vida o a mejorar la que tenemos
.
“Y nadie echa vino nuevo en envases de cuero
viejos, porque el vino haría reventar los envases y se echarían a perder el
vino y los envases. ¡A vino nuevo, envases nuevos!”. (Marcos Cap 2 vers. 22).
Hermosa palabra, llena de sabiduría. El
Todopoderoso es perfecto en sus afirmaciones. ¿Cómo puedo yo querer hacer un
cambio de vida o llegar a la conversión si primero que todo no cambio mi
corazón, no lo limpio, no lo sacudo, no lo purifico?…y esto requiere decisión,
persistencia, disponer mi vida plenamente para dar un sí rotundo a Dios. Luego, alimentar nuestra Fe, y obedecer los
preceptos de Nuestro Señor. Porque casi siempre afirmamos que tenemos a un Dios
vivo en nosotros, pero cuando nos toca renunciar a algo que nos gusta como un
vicio, por ejemplo el dejar de fumar, entonces hacemos nuestra voluntad y no la
del Padre. Pues estoy segura que Él no está de acuerdo que destruyamos nuestro
cuerpo de esta manera.
No es fácil realmente hacer la Voluntad de Nuestro Señor, porque estamos
llenos de bacterias espirituales, también de apegos, de cosas que nos atan, de
vicios que amarran nuestras vidas. Pero al final sabemos que todo es pasajero:
como el dinero que va y viene, los trabajos que inician y al cabo de un tiempo
terminan, o los amigos que se van cuando tenemos problemas. Solo quedan unos
pocos. Incluso hasta nuestra propia familia muchas veces nos juzga y nos distancia,
cuando no compartimos sus estilos de vida
.
Sin embargo, algo en nuestro interior nos dice lo que es real, lo que es
auténtico, lo que realmente vale la pena. La conciencia está latente, pero casi
siempre tenemos vendas en los ojos, y grandes tapones en los oídos que nos
impiden reconocer lo esencial, lo que sí perdura, lo que es la Verdad y es el
camino seguro: Descubrir el amor de Dios. Es el único que no nos defrauda, es
el único que realmente es fiel siempre; es el único que tiene la capacidad de
ofrecernos mares enteros de misericordia; es el único que puede acogernos en
sus brazos en cualquier momento, pero también es el único que puede impartir
Justicia Divina ante nuestro proceder.
Este tiempo de Cuaresma es perfecto para recapacitar y poner fin a lo
que no está bien. Para barrer lo que es basura en nuestro ser. Para renunciar
al pecado, a los vicios, a las adicciones, a la prepotencia o para seguir
siendo fieles al Señor a pesar de la prueba. Es un tiempo para abrirnos al
perdón, para dejarnos conquistar de nuevo por ese aroma hermoso de
transparencia, de rectitud, de orden, de la verdad, de cosas lindas, de
servicio, de asombro, alegría, bondad, humildad y por supuesto de sencillez
Así será cuando tomemos la
decisión de retornar al verdadero camino: ¡Dios!
Es verdad. Es un tiempo de arrepentimiento para volver a casa, dejando costumbres viejas. Buena reflexión. Ojala muchos la leyeran y lo pongamos en practica. El viernes 18 tenemos noche de misericordia en nuestra parroquia con la comunidad. 8 a 10 pm. Un abrazo y sigue con estas Buenas reflexión.
ResponderBorrarEs verdad. Es un tiempo de arrepentimiento para volver a casa, dejando costumbres viejas. Buena reflexión. Ojala muchos la leyeran y lo pongamos en practica. El viernes 18 tenemos noche de misericordia en nuestra parroquia con la comunidad. 8 a 10 pm. Un abrazo y sigue con estas Buenas reflexión.
ResponderBorrarGracias Mi Rosy es obra del Señor, yo solo soy un instrumento de evangelización..Dios es grande . Gracias por la invitación. Abrazo. Saludos-
BorrarSiempre Dios nos mira con gran misericordia entendiendo de que estamos hechos , gracìas mi Doris por este gran reflexiòn que nos hace entrar a lo profundo de nuestras conciencias y mirar con detenimiento nuestro diario acontecer . un abrazo y que Dios te siga bendiciendo grandemente
ResponderBorrar