DAME EL
MÁS GRANDE DE TUS TESOROS: ¡ TÚ SABIDURIA!
Somos seres dependientes, es verdad, pero de
alguien superior, necesitamos la sabiduría de Dios, y ésta solo se obtiene,
cuando realmente le entregamos nuestro corazón al todo poderoso. Hace algunos
años empecé a leer sobre la sabiduría divina, pero sólo hasta que viví una experiencia fuerte en mi vida,
donde me quitaron todas mis seguridades, logré comprobar lo que significaba. En
ese entonces, a través de una gran decepción y un profundo dolor, sentí la soledad y la oscuridad de la naturaleza
humana. Pude levantarme sólo porque encontré a Nuestro Señor frente a frente,
cara a cara, de corazón a corazón y en un lugar muy especial; en un templo, en
la adoración al Santísimo Sacramento (Jesús consagrado en la Eucaristía). Y, allí,
le clamé a gritos que me diera sabiduría para entender, para comprender lo que estaba
viviendo, para asimilar su plan en mi vida, le pedí que me diera fuerza y razones para
poder levantarme. Poco a poco, con perseverancia, paciencia, oración, fe,
humildad y un corazón contrito, él me respondió.
No voy a decir que es fácil, ni que todos debemos
sufrir para poder obtener la sabiduría divina, claro que no, sólo es necesario
entender lo que significa seguir el camino del Señor. Debemos despojarnos de
todo lo que nos ata, del pecado, porque quien no ha pecado?. También, es
importante, dejar de hacer nuestra voluntad. Muchas veces decimos y nos
sentimos los más piadosos, los más íntegros, pero por ninguna razón permitimos
que Dios se interponga en nuestras vidas, en nuestras decisiones, en nuestro
actuar. Queremos evadir la realidad y acomodar las situaciones a nuestro parecer,
creyendo que es la verdad absoluta, para justificar nuestras faltas, nuestros
errores. Tenemos ojos ciegos y oídos sordos a lo que nos dice el Señor a través de las
escrituras, en la eucaristía, en la fidelidad de los sacramentos, o en muchas partes. Casi siempre,
razonamos con la sabiduría humana.
Comprendí, que cuando profesamos una fe, en mi caso
la fe católica, debemos “Obedecer a Dios”,
en todo sentido, obedecerlo en sus designios, en su palabra, en su doctrina y
es fundamental además, ser coherentes con esa obediencia en todos los aspectos
de nuestra vida. No olvidemos que la sabiduría es un don, es una luz que se recibe de lo alto, es la raíz de un conocimiento nuevo, un conocimiento impregnado por la caridad, gracias al cual el alma adquiere familiaridad, por así decirlo, con las cosas divinas.Se debe pedir entonces la sabiduría al Señor, si se la pedimos, él nos la dará. Pero, no
olvidemos algo muy importante, tener un corazón dispuesto, un corazón limpio, para poder "recibirla".
¿Deseas la sabiduría? Cumple los
mandamientos y el Señor te la concederá generosamente. Pues el temor del Señor
es sabiduría y doctrina, lo que le agrada es la fidelidad y la dulzura. No te apartes
del temor del Señor, acércate a él con un corazón íntegro. (Eclesiástico, Siracides 1 Vs26-28).
Danos de tu sabiduría Señor para conocerte realmente, sobrepasar la frontera de nuestros propios raciocinios y comprender sus designios para que podamos ver con claridad su Santa Voluntad en nuestras vidas y vivir sumergidos en su amor que nos levanta, nos eleva, nos inunda y nos hace verdaderamente felices al lado de su divino corazón. Se Señor que no merezco nada de Tí, pero te necesito tanto!
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