domingo, 21 de julio de 2013


¡HÁBLAME SEÑOR…QUE TÚ SIERVO ESCUCHA!

Cuando toqué el tema de la tibieza del corazón, varios lectores me pidieron decir algo más.. Y yo pensaba,¿ por qué nos inquieta tanto?. Es muy fuerte en la vida espiritual este término, y me atrevería a decir que en cualquier circunstancia de la vida, actuar con tibieza, es definitivamente actuar de manera mediocre. Y, es que es muy fácil llegar a ese estado, es más, lo podemos estar viviendo y ni siquiera nos damos cuenta que lo llevamos en nuestra cotidianidad.
En algún tiempo de mi vida, la Fe, la acomodé a mi manera; pensaba y actuaba respecto a mi compromiso como católica, a mi conveniencia. Me explico, iba a la Santa Eucaristía si me alcanzaba el tiempo, aquello de la confesión, “yo no mataba ni robaba a nadie” entonces para que confesarme, y con frecuencia, sí que menos, no había necesidad. Yo tenía a mi Dios, y hablaba con él a mi estilo. No necesitaba tampoco de intermediarios, por ejemplo, aquello de rezar el Santo Rosario, lo dejaba para las señoras, que no tenían nada que hacer. Ir a un retiro espiritual, que pereza, eso no era para mí, pues yo me las sabía todas, y eso significaba una perdedera de tiempo y dinero. Y así sucesivamente…

Además, que significado tenía crecer espiritualmente, si Dios me amaba mucho; pues lo tenía todo; una familia, trabajo, salud,¿ para qué entonces desacomodarme?. Recuerdo que mi esposo afirmaba cuando reflexionábamos sobre el tema: “a veces nuestra Fe la utilizamos como cuando vamos a hacer mercado; pues buscamos lo que más se acomoda a nuestro gusto, a nuestro presupuesto y lo que puede cubrir nuestras necesidades”. Mejor dicho, teníamos una Fe de ¡supermercado!. 

Dios se manifiesta en nuestras vidas, todos  los días, está allí en cada momento para liberarnos de todo lo que guarda nuestro corazón, de nuestros pecados, miserias, apegos,  envidias, rencor, dolor, preocupaciones y demás,  pero debemos dejarlo actuar; abrirle la puerta, escucharlo y dedicarle tiempo. “Oh Dios, tú eres mi Dios, a ti te busco, mi alma tiene sed de ti; en pos de ti mi carne languidece, cual tierra seca, sedienta, sin agua. Salmo 63 (62).

Tener tiempo para Dios, dedicarle tiempo al ¡Señor!; suena muy bonito pero ¿A qué horas? tenemos una rutina fuerte, trabajamos todo el día, estudiamos, viajamos, vamos al gimnasio, tenemos una vida familiar y social, y entonces... y entonces, Dios nos dice a través de las Sagradas Escrituras….Pero el Señor le respondió; “Marta, Marta, tú andas preocupada y te pierdes en mil cosas: una sola es necesaria. María ha elegido la mejor parte, que no le será quitada”. (Lucas 10 Ver. 38-42).

Quién es Dios para ti?, tienes tiempo para él, para escuharlo?

 

lunes, 15 de julio de 2013


 
"LA TIBIEZA DE MI CORAZÓN"

En ese momento de vida sentí incertidumbre,  ¿a qué me estaba enfrentando?, yo pensé que esto de limpiar el corazón era sencillo, pero me di cuenta que tenía que cortar de raíz muchas cosas; situaciones, apegos, sufrimientos, ataduras, resentimientos, formas de vida etc., las cuales estaban allí alojadas, muchas de éstas acomodadas y con unos cimientos muy sólidos. También, descubrí que por un sufrimiento muy grande, una parte de  mi corazón se había endurecido, porque al comienzo, no manejé ese dolor desde la fe sino sólo desde lo humano.  “Examíname, oh, Dios mira mi corazón, ponme a prueba y conoce mi inquietud; fíjate si es que voy por mal camino y condúceme por la antigua senda”. (Salmo 139, versículos 23 y 24).
Entonces, entendí, que Dios toca nuestro corazón para transformarlo. Unos 12  años atrás, Dios había tocado mi corazón, pero sólo hasta el día de hoy,  tuve conciencia plena del significado de esto. Para esa época estaba recién casada y vivíamos con mi esposo  en Australia, y fue allí donde descubrimos la gracia de vivir la fe en medio de una Comunidad Católica llamada “Emmanuel”, que nos enseñó, que ser cristianos, no sólo era ir a la Santa Eucaristía los domingos, No! Había mucho más para conocer, vivir, sentir, recibir y para dar. Sin embargo, mi fe no estaba del todo fortalecida, mejor dicho era una católica TIBIA.

Tibia, este estado es considerado como la enfermedad más peligrosa de la vida espiritual. Que palabra tan fuerte, y en la Sagrada Biblia en, Apocalipsis 3:15-16  dice: "Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojala fueses frío o caliente! Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca”.
Y, así, estuvo mi corazón por muchos años. ¡No amaba al Señor mi Dios con todas mis fuerzas, con toda mi alma ni con toda mi inteligencia!!! Lo amaba a medias… que tristeza! Pero, entendí que sólo cuando descubres la fuerza del amor de nuestro DIOS y decides corresponderle totalmente, podrás iniciar entonces, la limpieza de tú corazón. De otra manera es imposible!!! "La Santísima Virgen nos tiene en su mano pero también en su corazón. Ella camina en la vida con nosotros, ella nos conduce al corazón de Jesús".
¿ESTA TIBIO TÚ CORAZÓN?














 
 

 

 

 

 

sábado, 6 de julio de 2013

SÓLO TÚ SEÑOR PUEDES CAMBIARME,SÓLO TÚ.....


 
SEÑOR...NECESITO DE TI!

En el momento en que puede entrar en la intimidad de mi corazón y observar todo lo que tenía adentro, entendí, que el trabajo espiritual sería bastante arduo. (Cuando ves el corazón ves la imagen de lo que escogiste ser) No fue fácil darse cuenta de cómo nos contaminamos durante el paso de nuestra vida; con cosas como adicciones, ataduras, odios, rencores, envidias, pecados, lujuria, prepotencia y orgullo etc., insisto en estas dos últimas miserias, porque son precisamente, las que más enceguecen el alma y contaminan profundamente el corazón. 
Recuerdo que cuando empecé a ejercer mi carrera como periodista me creía importante porque salía en televisión, tenía un programa en radio, tenía un carro nuevo, viajaba y tenía todo bajo control, eso pensaba yo. Pero, algo pasaba en mi interior ya que no me sentía satisfecha, plena; y esto no me hacía del todo feliz, del todo realizada, no sentía tranquilidad, ni una verdadera paz, y saben por qué? porque me faltaba lo más importante, me faltaba tener a Dios en mi vida, en el primer lugar de mi existencia. En ese entonces  Dios ocupaba el último puesto, el último lugar, lo otro, mi trabajo, la fama, el tener esto o aquello, mis amigos, todo era más importante y no necesitaba de él, de Dios, ya que yo podía sola, era la súper Doris!
 
“Primero que nada, vigila tu corazón, porque en él está la fuente de la vida”, (Proverbios 5 versículo 23), Hoy pienso diferente, mis prioridades son distintas, Nuestro Señor, es el primero en todo, en mi existencia, en lo que me rodea, mi familia, mi trabajo, mis decisiones, mis sueños, todo absolutamente todo está gobernado por Dios y por supuesto por la amada Virgen María que es la reina del hogar. El Señor dispuso un plan de vida para mí, como lo hace con cada uno de nosotros,el nos ama tanto, es tan inmenso ese amor que muchas veces hasta lo pisoteamos, porque no lo vemos,no lo sentimos, no lo valoramos, no lo conocemos y no lo entendemos.
Somos hombres de barro que necesitamos  ser moldeados en cada momento, no debemos confiarnos, estamos en el mundo y  la sociedad nos ofrece otros caminos, otras opciones que son muy diferentes a los caminos de Dios. A Dios se le encuentra y se le conoce con el corazón no con la inteligencia, es por esta sencilla razón que decidí limpiar mi corazón. “Felices los de corazón limpio, porque verán a Dios” (Mateo 5 V. 8) ¿Tú lo quieres limpiar? anímate!