domingo, 27 de octubre de 2013


¿PUEDE MI CORAZÓN RESISTIR TANTO AMOR?


La ley más grande que Nuestro Señor nos profesa es indudablemente la ley del “amor”. Pero que complicado es aplicar esta ley a nuestras vidas, qué difícil es despojarnos de la crítica, de juzgar *(juzgar a otros es ocuparse en vano, juzgarse uno mismo, da fruto), de condenar y especialmente de No perdonar para poder amar de verdad. Esto nos sella y no nos deja amar, amar al otro, al prójimo. Amar al que no nos quiere, al que nos hiere, nos ofende, nos pisotea, nos humilla, al que nos hace daño en toda la dimensión de la palabra. “Yo les digo a ustedes que me escuchan: amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian, bendigan a los que los maldicen, rueguen por los que los maltratan”. (Lucas Cap. 6 V 27-29).

Siempre que escuchaba esta cita bíblica, me preguntaba, ¿esto si es posible?, y solo hasta que decidí intentarlo y ponerlo en práctica, me di cuenta que sí se puede. Y es que el amor no pelea con nadie, aceptar al otro con sus virtudes y sus defectos, es factible. Perdonar, también, lo proclamamos en la oración del Padre Nuestro: Perdona nuestros pecados como nosotros perdonamos a los que nos ofenden…. Es  disponer el corazón y hacerlo, despojarnos del orgullo, la prepotencia y la soberbia, aunque nos cueste mucho y necesitamos ante todo, estar llenos del amor de Dios, para poder lograrlo, solamente con nuestras intenciones no es posible. Un ejemplo grande sobre alguien que experimentó el amor de Jesús en su vida, en su corazón, y quien pudo soportar la violencia, el odio, el dolor y el sufrimiento, fue* “Santa Rita de Cascia”, una mujer que pese a todo lo que vivió; logró perdonar únicamente con el amor de Dios, transformar vidas y salvar almas.

El hombre da, manifiesta, habla y actúa según lo que tiene dentro de su corazón. Es más fácil sentir, vivir y dar paz, que vivir de mal genio, con resentimientos, dolor, envidia, rencores y odio dentro de nosotros mismos. Esto perjudica nuestro cuerpo, nuestra salud, nos genera enfermedades, y a nivel espiritual nos quita la luz, el gozo, la paz, pero especialmente nos aleja de Nuestro Señor, no nos deja escuchar su voz. Y lo que es peor, le damos la bienvenida con esta actitud, a la oscuridad; al pecado.

Dios dice en las Sagradas Escrituras que odia el pecado pero ama al pecador, pero cuando entramos en esa oscuridad del pecado, que difícil es reconocer ese amor tan grande de Nuestro Señor. Solamente el que es capaz de reconocer su fragilidad y pecado, es capaz de encontrar a Dios. Todos pecamos, pero son muy pocos los que admiten que se han equivocado, que han hecho mal al otro, es un proceso. “Si nos confesamos de nuestros pecados, Dios, que es fiel y justo, nos los perdonará y nos limpiará de toda maldad”. (1 Juan 1,9).

Es importante entonces dar el primer paso: la confesión, que no es otra cosa sino admitir lo que hemos hecho. Luego viene el arrepentimiento, sentirnos avergonzados por lo que hemos hecho y finalmente pedir perdón, lo cual es para purificarnos y ser libres de lo que hemos hecho. No olvidemos que la incapacidad o resistencia de realizar cualquiera de estos tres pasos está arraigada en el orgullo. Una persona que no se puede humillar delante de Dios ni de los hombres para admitir que está equivocado, es alguien lleno de dolor, de amargura, de tribulación en su corazón. “Porque todo el que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido(Mateo C. 23 V.12).

Vuelvo a la ley más grande del Señor, la del “amor”. Porque el verdadero amor todo lo puede, todo lo transforma. Ese amor sincero, el que aborrece el mal y trabaja por las cosas buenas. Amor que respeta al otro, el honesto con los demás, el diligente y fervoroso en el espíritu. Amor que alegra, que tiene esperanza, paciencia en las pruebas y misericordia con el más necesitado. Cómo explicar tú amor mi Dios, mi Señor, si es inmenso, es puro, verdadero, infinito, no me alcanza el corazón para albergarlo, ni la razón para entenderlo. Solo puedo decirte que: ¡TE AMO!.

* libro :Imitación de Cristo, Kempis. Película,Santa Rita de Cascia.

1 comentario:

  1. Jesús enséñame a amarte, si mi corazón se llena de ti ya no buscaré otros amores porque tú serás todo para mí. Eres mi única verdad.

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